martes, 16 de junio de 2009

TELENOVELAS Y PIRUETAS AMAZONICAS


Las telenovelas brasileras son inocuas para el estándar europeo de TV donde la gente se puede alimentar de la suposición y del análisis de la suposición, además de la tendencia apocalíptica para todo, sea serio o supuesto; la cuestión es armar mucho barullo. En las telenovelas brasileras se tarda una semana para abrir una puerta, y cuando por fin la puerta está abierta, se cae en la cuenta que sigue no pasando nada salvo muchas muecas y miradas muy elocuentes. Adjuntado al tiempo de publicidad, yo me descubro con más arrugas mientras por lo contrario algunos actores hasta han rejuvenecido y alisado en el mismo periodo. En las comunidades televisadas del delta del Amazonas la gente anda un poco a lo Matrix, siguiendo a rajatabla la programación del marketing que guía la forma de vivir, de vestir y hasta de los juegos de los niños.

Donde la electricidad llega, surge el satélite tamaño paellón con la nariz apuntada con fiereza al zenit; tiene aspecto de chupar todas las ondas, hasta las extraterrestres. En las comunidades a base de generador todavía impera la radio y la falta de imagen libra a sus habitantes del modelo imperante; entonces cualquier acontecimiento sirve para socializar, para salir de la soledad, para integrarse con el mundo.


Por estas comunidades conocí a un hombre que decía estar avergonzado por ser él el único en la familia a no saber ni leer ni escribir. Era un hombre todavía joven y espabilado, de una inteligencia innata y una hospitalidad enorme. Vivía con su familia en una casa a la cual llegar me costó una prueba de funambulismo sobre un tronco infinito de palmera medio flotando sobre el agua. Para colmos la marea estaba baja y el muelle para acceder a la casa estaba en el quinto pino. A falta de ascensor había un tablón como escalera cuyos peldaños eran buenos para macacos expertos. Ante mi desesperación me ofreció una manaza que me llevó a tierra firme de un salto con una sonrisa de bienvenida; luz había poca y así todo parecía más difícil. Luego, recompuestas las ideas, me atiborré del mejor açaí recién triturado y peces que parecían la versión fluvial de Batman.

Para los niños todo era fácil a la hora de buscar juegos; cuando no hay terreno para correr detrás de una pelota bueno es el río para experimentar volteretas. Que mejor reality show del paisaje circundante con todos sus habitantes: los visibles y el murmullo de los escondidos.

1 comentario:

kAnEdA dijo...

Bonitas fotos. Me gusta tu blog. Pásate por el mío si te apetece. Es éste. Un saludo.