viernes, 28 de noviembre de 2008

LA DIFERENCIA DE TENER SIDA


En estos últimos años se extiende un síndrome muy peculiar: el buscar ser diferentes a toda costa, en general por el camino más corto y de menor esfuerzo como adquiriendo objetos o hábitos de personas que están en algún candelero. Supongo que esta práctica debe infundir confianza y aumentar el propio ego. Ser solamente uno mismo parece demasiado esfuerzo y en cambio mucha gente gasta un montón de energía en pavadas para salir del montón.

La vida ofrece gratis la diferencia a millones de marginados. Es la diferencia de la inferioridad, el logro a menor coste que catapulta a la cumbre de lo negativo. Un día un amigo explotó en una crítica sobre el afán de muchos en ver películas tristes y llenas de horror, pero el mundo sigue siendo variado y así hay quien se empeña en pertenecer a tal o cual tribu del momento o quien mira el horror para poder entender la rareza de la vida misma y la del corazón humano, tenerlo siempre presente y buscar cómo enfrentarlo. La fotografía será siempre ese instante robado y una denuncia de un algo, sea feliz o lo contrario, pero allí quedará.


En la estantería que aparece aquì, están los archivos de todos los pacientes con SIDA, los que están y los que ya no están y la presencia de un símbolo religioso porque a mucha gente lo único que les queda es la religión, sea la que sea, como una esperanza a la cual aferrarse porque ya no queda nada y el nada es el resto del mundo organizado que les ha dado la espalda. En los enfermos de Sida en Asia la diferencia también la hace el ser o no aceptado en un hospital público; acarrear el Sida y sus complicaciones múltiples como la tuberculosis puede cerrar puertas y hacer depender sólo de la ayuda humanitaria de algunos médicos en centros privados que subsisten de la beneficencia.


Los enfermos se apiñan en espacios de 30 m cuadrados, ahí se trata de aliviar, en lo que se puede, todo el dolor y el horror de esta enfermedad en inquietantes medidas de higiene, ésta tiene un precio que a veces hay que obviar en pro de medidas más urgentes.

Hay silencio y una gran soledad: son el distintivo de la diferencia del SIDA.