miércoles, 14 de octubre de 2009

LA CONGOJA DEL TIOVIVO


El Mistral llega sin ningún aviso y de mala manera, soplando a los gritos, pegando bofetadas a las plantas del pequeño patio y desparramando sillas y tiestos por los rincones.

Descontrolado por no poder correr a su antojo por las edificaciones que no puede sortear, golpea todo lo que encuentra en una carrera a obstáculos hacia las colinas. Gritos, aullidos y lamentos de una rabia desenfrenada se meten por las rendijas de una puerta para escaparse por otra. Las viejas vigas de madera que aguantan el techo desafían a la manaza del viento que intenta descaperuzar la casa, produce claustrofobia estar adentro acorralada por un enemigo invisible. Otros vientos con nombre y apellido como éste, pero en otros lugares, me han ululado su furia avisando de su poder si la intensidad aumentaba; pero aquí a un paso del mar y con ráfagas de 100 km/hora me siento en un castillo de naipes mientras un postigo desatado golpea chillando contra las paredes.

Unos veleros sorprendidos enfilan el reparo del puerto cabalgando sobre olas en formación de hileras apretadas que avanzan como un ejército hacia las escolleras; el Mediterráneo echa espuma que se esparce en gotas que vuelan lejos de la orilla y cubren los cristales de una patina blanquecina.
En la avenida que bordea el mar la gente desaparece barrida por el viento y es sólo un fluir de coches apresurados para llegar a destino.

Los caballitos del tiovivo parecen desbocados; seguramente dominados por el nerviosismo que les trasmite el Mistral, este gruñido continuo que perdura por horas que se convierten en días y al que el autor del juego, a mi ver, quedó sometido.

martes, 6 de octubre de 2009

WHO IS WHO


Los perros han asumido poder en los últimos años y ellos también, como el H&M, están por todas partes en esta franja de Europa. Parece como si alguien hubiera dado el pistoletazo de salida a la afirmación que son un remedio contra la soledad y todos sus colaterales. Así en todo rincón de esta parte europea son más los jubilados que andan por la calle acompañados por perrito que por otras personas.

Papá solía decir que amo y perro terminan con el tiempo teniendo cierta semejanza por lo que la cara de malas pulgas de uno se puede leer en el otro, pero también otras cualidades del carácter.

Como no podía ser de otra manera el mercado inherente al grupo desarrolla hasta modelitos de vestimenta como el que vi en un escaparate: impermeable con capucha ribeteada en piel y bolsillos a los costados para que el animal pueda llevar sus cosas.
Un amigo vino un día a visitarme con su perrita que con todo su “stuff” ocupaba tres cuarto del automóvil que no era un utilitario, mientras el animalito pertenecía a clase pequeña, pero todo su equipaje era digno de una star.

Por la casa de mis padres pasaron unos cuantos perros con distinta suerte así como la distinta suerte le puede tocar a las personas. Luego me hice gatera, pero disfruté mucho con la compañía de los perros sobretodo en la infancia; jugaron conmigo a las muñecas y fuimos a nadar juntos. Hoy no me imagino los perros delante una consola apretando botones y distribuyendo golpes o mejor mordiscos.

Ahora parece que se han pasado al grupo de los mayores, de los solitarios, y los juegos se han cambiado por los soliloquios de sus dueños que los miman y los consienten y así a más de uno le sale aire de amo trastocando los papeles y ya no se sabe quien lleva a quien.