viernes, 30 de enero de 2009

TANGRAM EN EL MAIN TRIANGEL


Un edificio de oficinas cae en letargo cuando se acaba el horario de trabajo de sus ocupantes. La vida se le escapa con la fuga de los empleados hacia su ocupaciones personales y cuando el último de los de mantenimiento apaga la luz, ahí queda convertido en una especie de mausoleo o de símbolo de la entidad que representa.


Las formas abstractas, abandonadas a sí mismas, juegan en la claridad del fin de semana en la intimidad del patio interior. Un Tangram de grandes dimensiones que se compone y descompone según el ojo gire de un lado a otro. En el intrincado rompecabezas intervienen piezas coloridas del exterior, algunas fugazmente, construyendo figuras nuevas que animan el juego con un movimiento continuo y los reflejos multiplican piezas distorsionadas pertenecientes a un Tangram diferente.
La arquitectura es como la fotografía: si no hay emoción no hay arquitectura.

Decía Minor White que “una imagen es capaz de expresar valores intangibles, y lo que produce al que la mira es tan importante como lo que el artista tenía en la mente”.

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