sábado, 8 de octubre de 2011

RETOMAR EL CAMINO


Después de un largo periodo, casi al punto de decir que no lo hago más, que esto de lo blogs es como pequeños feudos y muchos tan autárquicos que viven en verdades supremas; que los feudos son cada vez mas pequeñitos y los llevan Facebook o alias; que se fomenta el aislamiento y la incapacidad directa de hablar y varios otros bla, bla...hasta que me toco otra vez la persona que se puso a bostezar o mirar para otro lado mientras yo hablaba y eso que eran pocas palabras, a lo mejor siniestramente poco cotilla o simplemente le quitaba el tiempo para poderse escuchar o soy tristemente aburrida. Así que decidí volver y seguir con el mismo espíritu: mirar alrededor, escribir sobre lo que me impresiona y que el fotógrafo le de su toque.

Con la fotografía he visto cosas y hablado con gente que no hubiera nunca sido posible o poco probable, he tenido que dejar de lado las emociones para poder concentrarme, poner el cerebro centrado en el trabajo, pensar como apunto la luz de apoyo cuando hace falta y observar para que no se escape ningún detalle y no se vaya olvidando material por doquier. Me he encontrado con realidades que no entran comúnmente en el hacer diario y que me han quitado prejuicios o recordado que hay que acercarse a todo con la mente abierta porque la falta de información distorsiona nuestro juicio y puede procurar malestar o aumentar la ignorancia. El blog sirve para seguir buscando, ahondar en la curiosidad de lo que veo a mi alrededor, de lo que me atrae; ayer las fotos inéditas del 11 SEP., algunas tan increíblemente estéticas que producen fruición al margen del horror. Lo dije el primer día: si no hay alma, duende o ese algo como se lo quiera llamar, hay solo tarjeta postal. La foto es como un libro escrito como dios manda, dice mas con lo que no aparece entre lineas que con lo escrito. La “foto” nos trasmite toda la emoción como si hubiéramos estado ahí.

Ahora el fotógrafo se ha dejado llevar por una Mamiya...... con una dulce-amarga vuelta al film, dulce por la carne que tiene el film y amarga porque, sin el soporte digital, uno se descubre patoso, asustado, nervioso, inseguro y francamente emocionado cuando la prueba polaroid corresponde con lo prefijado; lastima que se esfuman casi 3 € por cada una cuando se falla. Con la practica se irán resolviendo cosas, por ahora navega entre nubes con los pajaritos cantándole alrededor.

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