domingo, 21 de febrero de 2010

LOS PERROS PIJOS


Un hombre, sentado frente al mar con la mirada hacia el horizonte azul, acaricia a su perro. El perro supera la talla mediana y en comparación con el hombre parece más joven, aún con el vigor del animal maduro pero no viejo.
Una estampa clásica que se puede repetir en cualquier lugar. La escena nos despertará unos sentimientos conocidos que pasaran fugazmente por la mente: amistad, compañerismo, fidelidad, ternura y etc. Pero si el perro de tamaño no tan pequeño yace en los brazos de su amo, mas que suplantar a un niño yo lo vi como a un enorme hot dog al que en cualquier momento su dueño iba a dar un bocado.


¿No estaremos exagerando en nuestra relación con nuestros mejores amigos haciéndoles cruzar una línea tras la cual el animal ya no sabe lo que es? ¿Y si mañana los perros se rebelan y vuelven a ser perros retomando su dignidad de animal, no de sustituto de algo imposible porque perteneciente a la raza humana con la cual no tienen ningún parentesco?
Siempre han sido una buena asociación y al elevarlos a rango de pijos o de extremadamente mimados, los reventamos de aburrimiento, a un papel que no les pertenece.



El perro aún pijo, “noblesse oblige”, no pierde dignidad y mantiene un increíble gesto de sabiduría ante nuestro espectáculo.
¿Quién se está riendo de quién?

miércoles, 17 de febrero de 2010

EL GANCHO DEL 3D


Tengo miedo de mirarme al espejo y verme convertida en una Barbie de colores de cacatúa. No he llegado aún al estadio de terror a quedarme atrapada en él, un poco al estilo del corto “Alma” de Rodrigo Blaas , pero me acerco con desconfianza a observarme.

La red está invadida  de publicidad de muñequitos al 3D. La digitalización va viento en popa y ya los portraits me parecen pertenecientes a la misma tribu. Cierto que ya mucha gente tiene la boca A, B o C, lo mismo la nariz y con unos retocones de Photoshop la piel aparece lisa y tersa como culito de bebé; pero en los póster de publicidad de la calle , donde antes me sonreía una star con el perfume de turno, ahora muñequitos coloridos me miran todos con ojos y morros igual de desabridos.
Si me meto con un video, para llegar a la captación de las emociones humanas en 3D, a lo Avatar, estamos todavía que hay que atracar el FMI para el presupuesto. Pero la tecnología avanza rápidamente y todavía me acuerdo hace unos años cuando los móviles empezaban a popularizarse que un conocido ladró con que habíamos llegado a lo máximo; el muy papanatas debe andar viviendo colgado de un árbol y comiendo plátanos.


Dicen muchos que football y cinema tienen mucho en común pues en ambos actúan nuestros ídolos y sobre ambos la prensa nos cuenta y muestra vida, obras y milagros.
“El football es el comecocos del fin de semana para que la gente no piense”; este era el lema favorito de lunes a viernes de un compañero de hace dos mil años que se profesaba intelectual y que luego rigurosamente desaparecía el domingo cuando su equipo jugaba en casa o se atrincheraba en un bar. Si fuera una artimaña de los gobiernos para mantener la cabeza  de la gente ocupada, entonces llevamos ya un tiempo largo que hemos dejado de pensar no sólo el fin de semana.

No acabamos de ver Avatar y ya hay promesas y juramentos para la versión 2 y nuevos directores para lanzarse a películas en 3D; me pregunto si en un futuro el hincha vestirá la camiseta del equipo para ir al cine a ver sus ídolos jugar en tridimensional y el futbolín no sería en su época, el preanuncio rudimental de los muñequitos 3D computer graphics.

Como siempre, está en nosotros en no llegar a la sociedad planificada, ordenada y perfecta, con aire de sardina en lata por todos iguales.