domingo, 31 de mayo de 2009

LA CRUZ DE LOS CAMILIANOS


En mi segundo viaje a las islas, a las 7.00 h estoy en el embarcadero de Macapá lista para subir al “São Joao Batista” junto al padre Raúl y la hermana Socorro, dos tripulantes y la carga necesaria para 4 días de navegación por el delta del río Amazonas.
No obstante los achaques ya acumulados, padre Raúl no pierde el optimismo y pronosticando vientos favorables, se cala el sombrero de capitán y ocupa su sitio favorito en la proa; mientras tanto la hermana Socorro dispone todo como un consumado navegante pues ya se sabe que en un barco todo tiene que estar trincado y ordenado. Hace muchos años que estos dos Camilianos navegan por el delta llevando su contribución a distintas comunidades.


Luego de tres horas de navegación sin cruzar barco alguno y traspaso del estado de Amapá al de Pará, se puede gritar “gente a la vista” y amarrar en la comunidad do Jaburú. La base de operaciones es una iglesia de una simpleza angelical con paredes azul claro y ventanas y puertas de arco rebajado. Toda en madera y elevada como todas las construcciones de la ribera sobre palafitas. Padre Raúl se instala a la derecha del altar y comienza la consulta primero con los niños, porque padre Raúl es pediatra. Por el lado izquierdo la hermana Socorro monta un mantel como cortina en un espacio para usarlo como consultorio femenino, pero antes aplica el fluor a los niños que presentan un alto índice de caries y algunos ya piorrea. En las islas no se paga la electricidad si la hay; pero el billete del barco para la ciudad sale del bolsillo del usuario y para muchos es muy caro además del tiempo que se necesita para el traslado; muchas veces se termina gastando en remedios ineficaces en la farmacia más próxima para cualquier dolencia.


Hay que cuidar las palabras para ahuyentar el miedo al médico, a lo desconocido o a lo conocido pero que nadie quiere enfrentar; la falta de información complica todo, sólo las comunidades más grandes tienen un puesto de salud y enseguida se nota la diferencia.

Estamos en tierras donde el morbo de Hansen se mueve y se esconde y sólo la prevención puede pararlo, estos dos religiosos han contribuido mucho en la detección de enfermos y en la propagación de la información de la lepra en sitios donde la asistencia sanitaria pública no llega, pero su labor es solo una gota que se pierde en la inmensidad amazónica.

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