lunes, 13 de diciembre de 2010
LA BOUILLABAISE ETNICA SE REFORMA........... Y SE RE-INVENTA
El Mediterráneo sigue azul, el calor un dulce recuerdo, el Mistral se enoja cada tanto para recordar que no es huésped de paso y Marsella arranca todos los días con ese mismo aire cansino de siempre, nunca demasiado temprano para mantener las distancias con todas las culturas bárbaras que vienen del norte y que calientan los motores antes del primer rayo de sol pues éste se come las horas y el hombre no se puede permitir despreciarlas.
Marsella va tranquila, desparramando su gente por los barrios, mezclando nacionalidades y origenes de todo tipo, por necesidades recientes y por costumbre de sus muchos siglos de ciudad marítima.
El vieux-port es sitio de gentiles encuentros además de plaza de mercado del pescado, donde el turismo de paso de los cruceros se empecina a sacar fotos de la mercadería en primer plano como si fueran exóticos y raros ejemplares.
El gran salón cambia según las circunstancias y a veces el vestuario de los transeúntes define el evento: qué mejor atuendo para presentar batalla el de ir cada parte con su respectiva moda. Los ciudadanos de a pié nos conformamos con la fashion-look del momento o la que apetezca mientras que la policía va adquiriendo unas extrañas vestimentas al estilo Robocop.
Para alterar la paz se ha incorporado al hogar Lipsia, gata“routière”y“gouttiére”, traducción del italiano de Leipzig. Como bien observó el veterinario con media ceja levantada: llamarla Waterloo es demasiado largo. La provocación me está costando cara porque la batalla perdida la llevo yo visto que la gata salió funámbula, adicta en salto de altura y longitud, ladrona, saboteadora de papeles, ocultista y ocultadora, y cracker potencial pues pasea sobre los teclados sin ningún reparo.
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